28 de febrero de 2012

Pequeña comparación odiosa, con sorna

Mayoritariamente la gente prefiere cambiar, casi siempre sin fijarse en las consecuencias. En España tanto como en Colombia se está vivenciando este proceso. La falta de información de una población general ayuda a que los errores sean mayores

EN ESPAÑA se está dando un cambio (no tan raro) llamado “todos a la derecha, a ver que pasa”. Si todos los españoles fueran una “banda de intelectuales” seguramente no votarían a un cambio “por el diablo”, sino que plantearían alternativas socio-económicas a cualquier gobierno posicionado, que medianamente sopesara las necesidades a corto plazo de los ciudadanos comunes frente a las ventajas a largo plazo de especimenes (raros) como son los bancos, los banqueros, las familias de los banqueros y algunos políticos “de apellido”, sin necesidad de cambios tan exagerados.

Pero como no somos todos intelectuales (empezando porque yo apenas lo intento), sino que una inmensa mayoría somos producto retrospectivo de lo informado y/o televisado, entonces no nos queda más que asumir las concecuencias del voto popular.
Y el voto popular ha dicho tajantemente “miremos a la derecha, a ver que pasa”. Veíamos en Zapatero a un títere de los banqueros, pero, por “la magia del cambio” no vemos así a Rajoy. Mariano Rajoy es un buenazo, seguramente, que calla cuando debe y que recorta cuando quiere, en esta balanza de la necesidad vs esperanza de los españoles. Terminemos aclarando que en España la única poesía que cabe, mientras los INDIGNADOS no se vuelvan violentos y el barco de la comunidad económica europea no naufrague, es recortar presupuestos y subir impuestos; lo cual también podían haber hecho Rodríguez Zapatero, Perez Rubalcaba, Joan Coscubiela, Joseph Duran i Lleida, Cayo Lara, etc.

En Colombia, (a la que refiero con la “comparación odiosa”) estará pasando lo mismo, o viene pasando (rectifico), ya hace casi una década. Los colombianos, (en general) estamos queriendo, deseando y hasta “amando con ferviente falso nacionalismo” el cambio. Amamos la novedad, la "noveledad" (hace referencia al gusto por entretenerse con novelas en vez de ver las noticias) y el "changing" (cambiar por cambiar). Los colombianos somos grandes, cálidos, activos, creativos y… como no, estamos ansiosos del "changing". Estamos cansados de la violencia, de la muerte, de los secuestros. Queremos vivir otras cosas, caer dormidos dentro del imaginario norteamericano, ser presa atrapada, de una vez por todas, por la trans-culturalización, propia de todas las colonizaciones yanquis.
 ¿Queremos estar tranquilos, dormir con la seguridad de amanecer en el mismo país, sin garantías sociales, en el cual los ricos se lo quedan todo; caer en la desidia de siempre?
¿De verdad, lo único que queremos es que se acaben esos guerrilleros que son “tan feos y malos”?
LES DIGO EN SERIO QUE en Colombia toma fuerza el interés por el cambio, lo cual todos apoyan, actualmente hasta los movimientos insurgentes. Pero, OJO, que no se meta nadie en la cola del proceso. Una verdad grande está latente, y esto lo digo sin sorna, los resultados de una nueva Colombia se están viendo, no a través de un proceso limpio de los gobiernos colombianos (miles de documentos avalan en Derechos Humanos Internacional las graves lesiones de lesa humanidad respaldadas por el ex mandatario Uribe y sus secuaces), sino a través del peso de un contraste generacional de pensamiento.

Nuevos líderes salen a la luz, nueva conciencia social se vislumbra, nuevos candidatos apartados de la línea de los prestigiosos apellidos en Colombia, toman las curules. Está claro que el pueblo también sufre el proceso, sobre todo de información, y este es un proceso lento que comprende aspectos como desaprender, analizar, investigar, concensuar, concienciar y reflexionar, dado que las difusoras televisivas y radiales de los ricos lo que más hacen es desinformar. Así, fenómenos informativos y de denuncia radical como Contravía, Noticias UNO, Rebelión.org, ANNCOL, etc., como también redes internacionales de bloggers y grupos en las redes sociales digitales, muestran sus opiniones, ampliando el campo informativo para quienes quieran saber más sobre la verdad. Vuelvo y digo: “Ojo, que nadie se meta en la cola”.

Colombia está viviendo otro proceso, pero ese proceso NO SE LLAMA: “URIBE ACABÓ CON LA GUERRILLA”. De lo que se trata es del proceso de la NUEVA ERA DE LA INFORMACIÓN, de la globalización y los medios, de la cosmogonía y la humanización. Lo que en Colombia se está viviendo es el resultado de un contraste en donde los movimientos insurgentes no han llegado al poder, pero tampoco han perdido el tiempo. Los gobiernos han llevado a cabo una lucha sucia y tenaz sin resultados radicales, tampoco. Veamos a nuestro país como una nación que mira adelante con positivismo, en donde cabe pensar y opinar, informarse y luchar pacíficamente por unos derechos sociales, una igualdad y un mundo mejor. Luchar por un trabajo para llevar de comer a casa, para educar a los hijos. Un gran proceso se está llevando a cabo en donde nuevas caras y propuestas deben ser apoyadas.

“CAMBIAR POR CAMBIAR, NO. CAMBIAR PENSANDO, SI”

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