15 de junio de 2015

Una Guerra Natural

Nos comemos la guayaba con unas pepitas tan duras que no se pueden masticar y sabiendo que tienen gusanitos, sin problema. Es una de las frutas tradicionales y más ricas de Colombia.

Vivimos en una constante de guerra, en una constante de lucha, la lucha propia del ser humano en cualquier situación, la lucha interior de cada día, enfrentando nuestro propio cuerpo y conciencia, derroteros, pensamientos, luchas. 

Los embates del exterior particularmente en un país como Colombia se viven de manera natural, es otra guerra que no quieren admitir porque quizá no sea estético para las clases altas aceptarlo, creerlo o decirlo. Y eso que les queda más fácil, por supuesto, expresarse despectivamente de los ambientes hostiles que se viven, como la inseguridad, los grupos al margen de la ley, la cultura del más vivo...

No es que se carezca de paz, no tiene que ver lo uno con lo otro, no carecemos de paz, aunque vivimos en guerra. Yo creo que es suficiente aseveración el ejemplo de mis vecinos “los pastusos”, varias veces he hablado de estos, generación tras generación de una familia, niñas que no alcanzan los 16 años para dejarse embarazar. Una familia que cada fin de semana o por lo menos de vez en cuando se amanece bebiendo, los niños corren descalzos por la calle y se notan las carencias... Yo estimo que son felices, y si la paz es felicidad pues ellos son una familia en paz y quizá yo un inmenso amargado. 

Vivimos en un país en guerra cosa que no queremos admitir. La mayoría de los colombianos es de clase baja, con esto, vaya y no esté utilizando mal las palabras, lo que quiero decir es que por lo menos el 80% dependen de un sueldo por debajo del mínimo legal y conviven con dicha guerra diaria de modo que “si no luchan no comen”. 

En Colombia no hay subsidios que valgan la pena, no hay ayudas sociales ni las mínimas humanas, ni siquiera para los casos de vida o muerte. Algunos abren el debate de que a la gente no se le puede dar las cosas porque son facilistas, porque así no se promovería el trabajo. Pero quiero preguntarles a los mismos, si toda esa gente enferma, que va a parar a la calle, que tienen hijos como conejos, necesitará ser cubierta en educación, en formación, en salud, en cultura... 

SOBRE EL COMBATE ARMADO

¿Los combates vividos por los grupos armados al margen de la ley serán los no admitidos por la constitución? ¿Los combates vividos por los admitidos tendrán distinto rigor de pena? ¿Quién hace el título de héroe y ante quien? ¿Héroes armados? 

Todo quien usa las armas facilita la deslegitimación de las leyes y el crimen. Un pueblo sin estudios y desinformado facilita tal deslegitimación. Los crímenes de lesa humanidad solo son un producido de esta suma.

Estamos en guerra, una guerra que admite casi de todo, una guerra que para los seguidores de Uribe admite de todo definitivamente. Cuando las personas incluso habiendo sufrido los embates de la violencia y muerte de sus seres queridos siguen deseando la violencia, entonces se establece la violencia por la violencia como única salida. 

Estamos en guerra socialmente y se trata de una guerra natural. Cuando salimos de nuestra casa a trabajar y agarramos bien el bolso, sabemos que no podemos dejar ver el celular, lucir joyas, o mostrar buen carro, ni hablar demasiado de ciertos temas, del poder adquisitivo ni de cuanto tienes en el banco, nada de eso. 

Cada  vez se nos permite menos deliberar libremente, la matriz de opinión de la clase media determina que si estás contra Uribe eres guerrillero, la misma base establecida para desarrollar los cientos de masacres en los campos.

Y eso no es todo, somos un pueblo con caracter, de modo que también tomamos la justicia por nuestras propias manos… no podemos llamarle la atención al que está mal parqueado en la esquina porque este, a su parecer, está haciendo lo correcto. 

Hacemos parte de una cultura definida que nos sirve para salir adelante en nuestras metas, para salvarnos la vida pero lo mismo para responder con un puño al que se atraviese en nuestro camino; y así somos felices, los más felices de la tierra.

Ales Gutiérres

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